Ni por asomo debiéramos estar planteándonos escribir de nuevo sobre este tema. No porque no debía que haber ocurrido nada que motivara a que tuviéramos que hacerlo, pero por desgracia, otra es la realidad.
El pasado fin de semana, las cunetas volvían a teñirse de rojo dejando unas cuantas familias consternadas por el luto y el dolor ante la irreparable pérdida de los suyos. En un ápice, un día de fiesta se convirtió en día de luto, tirando por tierra el trabajo de muchos meses de la organización y otorgando al equipo involucrado, el protagonismo que jamas hubieran deseado.
Se abrió una herida muy profunda, que dolerá, aunque con el tiempo se cicatrice.
Los que amamos este deporte, estamos de acuerdo en que no puede (por lo menos no debe), volver a repetirse nada similar. Es hora de actuar tomando medidas que se revelen eficaces, para ello, creo que ayudaría mucho, si tomáramos como punto de partida el análisis y la consciencia de lo que se está haciendo mal, o si queremos: no se está haciendo bien. No va a ser empresa fácil, ya que para ello, habrá que aparcar el orgullo propio y cada uno asuma sus fallos.
Como ante cualquier riesgo, las medidas a tomar, siempre tendrán un carácter preventivo, con el mismo principio aplicado a prevención de riesgos laborales, las colectivas antepondrán las individuales, a sabiendas que nunca serán efectivas al cien por cien, porque el imprevisto nunca se podrá controlar.
No hay público bien colocado, sencillamente porque ni un solo metro lineal de un tramo está exento de riesgo, otra cosa es que en ciertos puntos, existan mas o menos probabilidades de que ocurra una salida de pista. En relación a esta realidad hay dos medidas a tomar: la prohibición de zonas de acceso al público y la concienciación del mismo, y si es verdad que ambas están en practica desde hace mucho tiempo, la falta de resultados, manda que se sea persistente.
En referencia al tema de concienciar el público voy a daros algunos ejemplos de casos reales, que considero como nefastos aportes para tal fin. La imagen que encabeza este articulo, se tomó en un rallye del mundial y los dos comisarios técnicos, han decidido situarse plácidamente en una zona que no solo estaba prohibida al público, como, (a mi criterio), era de las de alta probabilidad de riesgo. En ese lugar había un guarda nacional republicano (GNR), que tenía la imposible tarea de controlar y colocar correctamente cientos de aficionados; este pidió amable y reiteradamente a estos señores que no estuvieran allí, que estaban asumiendo un riesgo muy elevado y que daban mal ejemplo, pero su reacción fue la de ignorar completamente al agente, permaneciendo en tal ubicación durante unos largos veinte y cinco o treinta minutos.
Otro ejemplo que os puedo dejar, ocurrió en la última edición del Rallye de la Comunidad de Madrid: Yo llegué de Arménia la tarde del viernes y cuando nos enteramos que se suprimía el tramo de Robledillo, fuimos a hacer noche a Madarquillos, puesto que era evidente que todo el público del tramo anulado se desplazaría allí. Estábamos acreditados como prensa gráfica, pero en la zona donde pretendimos colocarnos inicialmente, nos dijeron que solo estaba permitido a quienes poseían la acreditación permanente; acatamos y nos fuimos. Cuando los vehículos estaban ya en prueba, observamos que toda la zona estaba invadida por acreditados y sin acreditar, delante de las narices del oficial y de los elementos de la guardia civil.
Infelizmente podría dejaros mas ejemplos de este tipo, o de un vehículo de público que aparece a escasos quinientos metros de la llegada de una subida, cuando el tramo, (se supone), llevaba ya mas de treinta y cinco minutos cortado y sin que hubiera ningún acceso intermedio por donde pudiera colarse. Misteriosamente pasó por delante de al menos seis puestos en los que había un comisario y nadie le detectó o, lo que mucho sospecho, tenía amistades suficientes como para hacer lo que hizo y no debe hacerse… En otro rallysprint, al final de una pasada, vemos que unos siete u ocho individuos en moto entran en el tramo, entonces alguien de mi entorno llama al director de carrera viendo el peligro y el mal ejemplo que generan, y este pregunta que si van a contra tramo, como la respuesta es negativa, dice que «bueno.. que no pasa nada»…
Para nada, me parece, que pagando para ver un rallye se solucione lo que sea. Defiendo la medida si lo que se pretende es invertir tal partida en un incremento de la seguridad, aumentando por ejemplo el numero de agentes de cuerpos de seguridad, pero si se plantea como una especie de filtro o de criba para evitar la presencia de litroneros, porreros y otros gremios afines, me parece un error, porque no surtirá cualquier efecto.
Por otro lado tampoco me parece correcto creerse que todo lo que se hace, (o tal como se hace), es un trabajo inmaculado y sin lacunas. Me refiero a que si es verdad que a veces no es que las cintas no estén bien, sino que si están donde están, deberían estar en otros lugares y que un comisario, ademas de tener una formación y un chaleco, debía tener experiencia y si tuviera afición, tampoco sería peor…
Para evitar accidentes y tragedias, mas que un cambio, se tiene que producir una evolución, y esta no es tarea, o responsabilidad exclusiva a una de las partes intervinientes, sino extensiva a todas y cada una de ellas.
Los medios de comunicación tratan este deporte de una forma que nos produce indignación, pero no porque protestemos enérgicamente en Twitter o en muros y páginas de Facebook, dejarán de hacerlo; si lo harán cuando no les demos noticias y si por desgracia estas vuelven a producirse, al menos no les facilitemos vídeos que luego pongan en bucle repetidamente durante cinco largos minutos.
Nos une algo con la fuerza e importancia suficientes, como para hacer posible que se hagan progresos y que en el futuro todos los rallyes sean días de fiesta, y no de dolor, consternación y luto.